martes, 28 de junio de 2011

en el cielo

Recuerdo una vez, cuando hizo una deliciosa ensalada sin saberlo hacer, pero que rico le salio. Aquel almuerzo inolvidable con toda la familia al rededor de la mesa, las risas interminables, los elogios al chef debutante por aquel rico y delicioso "chiripaso", como olvidarlo.

Ya pasaron muchos años desde aquella vez, pero hasta ahora aun se sigue recordando aquella ocasión. Hay tantos recuerdos por contar, como aquella ultima ves que lo ví jugar con personas mucho más jóvenes que él, ganando por tres goles a dos y el en arco, que divertido era verlo jugar, recuerdo las interminables historias de sus múltiples viajes, qué historias!!! Pero sobre todo jamás olvidaré su honor, su honestidad, su honradez; las personas hablaban lo bueno que él era, él decía que lo único que un hombre tiene es su palabra. Con solo mencionar que era su familiar las personas se admiraban y me felicitaban.

Ahora lo veo y ya no tiene las fuerzas que antes tenía, su forma de hablar había cambiado mucho, su manera de caminar, se le miraba diferente. Él sacaba fuerzas de donde no las tenia, nunca olvidaré cuando preguntaba de su “sambito” (aquel gracioso sobrenombre que me puso), ¿donde esta mi sambito? Preguntaba, y cuando lo escuchaba me partía el corazón con la ternura conque lo decía. Nunca olvidare las mañanas cuando nos despertaba para leernos la Biblia con el fin de ser hombre de bien como él nos decía.

El día en que ya solo balbuceaba y ya no podía hablar era uno de los días mas dolorosos que jamás olvidaré, me partía el alma y desgarraba mi corazón; no era una persona envejecida en su totalidad, era aun joven para edad que tenia, la vida no lo había acabado, aun era fuerte. Recuerdo la única ves que lo cuide en el hospital unas horas que para mi fueron años, no decía nada y las pocas palabras que podía hablar fueron enseñanzas que yo quizás hubiera podido aprender en siglos. Me dolía verlo así.

Es como un sueño, solo veo flores a su alrededor, el aroma de las rosas invaden el ambiente mientras mis ojos pesan por las lagrimas y el sueño no concebido en la noche, un frío silencio invade mi cuerpo, hace temblar mi alma y congela mi corazón ahora estábamos él y yo frente a frente como cuando era niño y me cargaba en sus brazos, la única diferencia era en que el ya no podía moverse su cuerpo inerte yacía en un frío y gris cajón, cuanto lo extraño.

Abuelo, sé lo que pasó después y lo que al mundo le parece locura se que te veré después, aunque no sea un hombre perfecto como creo que fue que fuiste, y yo este lleno de errores quiero llegar a ser como tu.

Nos vemos en el cielo.

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